Pensamos la capacitación como un proceso en el cual participan al menos dos actores: el capacitador, ya sea transmitiendo sus conocimientos o generando recursos didácticos; y el colaborador que recepciona ese contenido a través de diferentes medios y de variados modos: presenciales, tecnológicos y otros.
Durante mucho tiempo se aceptó este modelo relacional en términos de capacitación, el cual posiciona a uno como el poseedor de ese conocimiento y al otro como un mero receptor, una pizarra en blanco carente de ideas e información anterior.
En el presente, partiendo de la premisa de que todos los individuos contamos con la capacidad de aprender y también con un bagaje de conocimientos previos, cuestionamos ese esquema y entendemos que la capacitación es compartir conocimientos. Esto implica atribuirle al capacitando saberes e interrogantes que amplían y enriquecen el acto de aprendizaje.
Aquí jugará un papel preponderante la escucha abierta del capacitador y su habilidad para transformar una pregunta en una oportunidad para profundizar algún tema en particular, y por qué no generar mayor curiosidad proponiendo la investigación o el ejercicio?. Además, rompe el modelo rígido de una transmisión unidireccional, pasando a una bidireccionalidad flexible y alternante. Esta mirada se alinea al concepto de autodesarrollo en el cual atribuimos a nuestro colaborador un rol activo con respecto a su plan de carrera profesional y el camino que va diseñando para alcanzarla.
Capacitar es entonces crear una experiencia de intercambio y beneficio mútuo. Implica, de modo más intangible pero no menos importante, valorar el saber, las habilidades y destrezas desarrolladas por esa persona, pero asimismo reconocer su capacidad de aplicarlas para responder y resolver situaciones. Este es el punto central de las acciones de capacitación: propiciar que cada individuo pueda comprender y transformarse dentro de la organización. También representa el objetivo principal de dar respuesta, de una manera adecuada, a los retos que la persona enfrenta a diario en la posición. Será pues el traslado real al ejercicio de la función lo que da cuenta de la pertinencia y efectividad de esta experiencia compartida.
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